lunes, 29 de agosto de 2011

Un cliché, pero sabio: aprovecha a quienes están a tu lado


Hoy estoy sentada aquí frente al computador escribiendo esto. Hace tres años, estaba en un velorio y sobre eso quiero hablarles, quizás darle a meditar ciertos aspectos de la vida. Para hablarles sobre un típico cliché de las historias, pero que es mucho más real de lo que uno quisiera. Les hablaré sobre la pérdida de un ser querido, lo último que imaginamos como niños, adolescentes y jóvenes.
Yo recuerdo que hace tres años, estaba en el colegio, haciendo una prueba de matemáticas. ¿Concentrada? No, no lo estaba. Mi mente estaba en el hospital donde estaba mi padre. Llevaba quince días así y cada vez se iba poniendo peor. No quería ir a verlo desde el día anterior, pues siempre he tenido cierto miedo a eso, una fobia que no me deja ver a otros sufriendo. Me dirán "todos tenemos ese miedo", pero créanme que lo mío es más complejo. Sabía que él podía morir y yo aún así no quería verlo, al contrario de otras personas que siempre están en momentos así.
No sé explicarlo, no sé decir exactamente qué tenía en mi cabeza. Había soñado aquella madrugada con su muerte, pero igualmente no quise. Al final, no contesté mucho de la prueba. Salí de clases y pensé en entrar a una iglesia, pero algo me detuvo y seguí mi camino. Llegué a casa y me senté a almorzar. Mi primo estaba ahí, el mayor, el ahijado de mi padre que vivía en otra ciudad. No alcancé a servirme una cucharada de sopa para cuando sonó el celular de mi tía.
¿Cuánto me demoré en averiguar lo que no quería? Muy pocos segundos, mi tía había lanzado un sollozo y lo supe. ¡Cuánto dolió! Duele escribir estas letras, pero si yo le cuento esto a la gente, es para que tomen en serio el "aprovecha a quienes quieren ahora". Además, como he dicho, se me es más fácil desahogarme así, cuando nadie me ve, cosa que no haría frente a algún familiar. Mucho menos hoy, 29 de agosto, el... no sé si llamarlo aniversario.


En fin, recuerdo que lloré demasiado, pero no frente a otros. Me fui a otro lugar y me pregunté muchas cosas. Recordaba y recuerdo aquellos últimos días y meses. Siempre pienso en que si acaso él sabía cuánto lo quería, porque muchas veces evitaba decírselo. ¿Vergüenza con un padre? Estúpido. Recuerdo específicamente algunos días. El primero que se me viene, es el día del niño, el segundo domingo de Agosto. Él me había llamado a las doce de la noche para darme un regalo, como nunca antes, y yo le dije "dámelo en la mañana".
Noté un cierto enojo, no sabía porqué estaba tan apresurado. SIEMPRE era al día siguiente y a mí me gustaba así. Pero fui igualmente. Me regaló una cajita para guardar cosas. No era muy caro y en parte me enojé, era muy simple... pero se lo agradecí (gracias al cielo) y esa cajita en realidad, al día siguiente, me gustó. Era linda. No sé por qué recuerdo tanto ese día, quizás porque lo había hecho enojar. No lo sé.
Luego, como es de esperarse, recuerdo el día en que lo vi por última vez, el porqué no quise verlo el día en que murió. Me entró un pánico al verlo en la UCI, el verlo con tantos cables y cosas así. No hablaba bien, sólo parecían ronquidos, pero lo sabía porque los demás le hablaban y yo no. No creo haber emitido más de cinco palabras en toda la visita, y entraba y salía de la sala. Me fui ese día al final de las visitas, pero me dio "cosa" despedirme. Mi mamá se había quedado a dormir con él y fue cuando soñé con esa muerte.
El tercer día que recuerdo, es el día del padre (segundo domingo de Julio). Yo le había dicho "feliz día" y todo lo que se dice normalmente. Le prometí un regalo que nunca llegó. En realidad, tengo una confusión si fue ese día o fue el día de su cumpleaños, perdonen por eso, pero ese año lo tengo muy confuso en mi mente. Pero la cosa es que le prometí un regalo, que sí quería comprarle, pero su muerte se me adelantó. Y cada vez que pienso en eso es cuando me doy cuenta de que ese cliché, era muy cierto.


Nunca lloré frente a otros sobre esto, creo que mi primo me encontró ese día y me abrazó. Me quebré, pero quise ser fuerte y mucho tiempo me he guardado el dolor. No niego que muchas veces, como hoy, sentí ganas de llorar frente a otros, pero no es lo mío; me duele la cabeza cada vez que lloro.
A quienes lean, espero que no cometan mi error. Las personas no sólo mueren por enfermedades, muchas veces no alcanzas a decirle "adiós" o un te quiero, porque se van cuando uno no lo espera. Gente muere día a día en accidentes de tránsito, por asesinatos y otras cosas. ¿Qué cuesta darle un abrazo de vez en cuando? ¿Qué cuesta decirle "te quiero" o "te amo"?... y, ¿cuánto cuesta perdonarte a ti misma el no haberlo hecho? Piénselo...

1 comentario:

Popis dijo...

Y aquí estoy... como tu dices el tema tiene cierto cliché, pero a pesar de eso no le damos la importancia que deberíamos darle a esas palabras tan simples y a la vez tan cargadas de significados; incluso podemos resumirlas en una sonrisa, un abrazo o una caricia... y sin embargo, lo hacemos tan poco...
Yo no he perdido a mi papá, pero si he perdido a mi abuelo, que sin dudarlo es la persona a quien más quería, y tan sólo tenia 6 años cuando deje verlo... no compartí con él todo el tiempo que me hubiera gustado, pero se que él todavía esta aquí conmigo, en mis recuerdos, en el amor que siempre sentí por él...
Siendo tan sólo una niña cuando lo perdí, se que le dije tantas veces como me fue posible cuanto lo quería... porque cuando somos niños el decir "te quiero" es como un juego, pero no por eso menos sentido o menos verdadero...
Lamento en verdad que hayas perdido a tu papá tan pronto, pero no te angusties pensando que no le dijiste "te quiero" lo suficiente, porque él lo sabía, aunque vos no pudieras acompañarlo esos últimos días... ellos siempre lo saben...
Fuerza!! Lo mejor que podes hacer por él ahora es seguir adelante, vivir tu vida de la mejor manera que puedas y disfrutarla, porque es lo mejor que él pudo regalarte...
Un beso enorme!!