miércoles, 6 de marzo de 2013

Una odisea: la vuelta a clases.

Recuerdo el último timbre que escuché el año pasado, aquel que nos dijo que no volveríamos a despertarnos temprano por al menos dos meses y algo más. En ese instante Marzo se veía lejano, así como el 2013 y no teníamos la certeza de fuera a llegar por el tan conocido apocalipsis de Diciembre, 2012. Bueno, no, es una exageración, pero cabía alguna mínima posibilidad de nunca más volver a clases.

Pero llegó febrero y con ello las múltiples tiendas empezaron a llenar sus estantes de artículos escolares —aunque algunas, incluso, después de navidad—, y la televisión no dejaba de transmitir propagandas sobre la vuelta a clases y las múltiples ofertas en uniformes y útiles de colegio. En fin, nos llenaban la cabeza con recordatorios de que volveríamos a clases al inicio de las vacaciones, algo que siempre, como estudiantes, nos ha fastidiado.

¿Odisea? Pues sé que algunos gustan de volver a clases, ya sea porque extrañan estar con sus compañeros de clases, porque gustan de estar todos los días con ellos o porque aman tener algo que hacer, tal vez gusten de llenar sus mentes de materia que, quizás, nunca utilizarán de nuevo. Pero para mí no es divertido levantarme tan temprano, pasar frío, estresarme por obtener buenas notas... toda esas cosas. ¡Mucho menos este año!

Cuarto medio. Último año de colegio y el momento más decisivo de cualquier joven. Es el año donde no sólo nos preocupamos de salir de clases, y no repetir de curso justo este año, sino que también nos persigue el fantasma de la PSU  —ya explico. Esperen, queridos extranjeros—, y el de "¿Y qué vas a estudiar?", "¿qué vas a hacer con tu vida?". Muy estresante para cualquier niño-joven que con suerte sabe dónde está parado (?).

Esto va para ustedes, lectores no chilenos, pero siempre tan queridos.

La PSU es la prueba de selección universitaria. Es una a nivel nacional, donde obtienes un puntaje que te servirá en cualquier universidad para postular a alguna carrera y obtener becas  porque recordemos que en Chile para la educación universitaria se paga, a veces, más que el sueldo mínimo—. O sea, si te va mal, y no alcanzas el puntaje que pide tu carrera soñada, pues o te conformas con otra opción o esperas todo un año para dar de nuevo esta prueba. Aunque lo máximo son tres veces.


Pero, bueno, el primer día llegó  —no hoy, ayer, pero ya les comentaré por qué escribo hasta hoy—, así que me acosté temprano para no tener dificultades a la hora de levantarme, aunque finalmente dormí dos horas y luego ya no pude más, así que decidí a verme el último capítulo que me quedaba de Sherlock  —¡véanla!—, mientras me tomaba un café a mis 3:58 am. Sí, a esa hora me desperté.

Como es obvio, estaba lista con mucha anticipación, pero eso no impidió que llegara tarde el primer día. ¿Cómo es posible? Bueno, todos los estudiantes de mi ciudad ingresaron el día martes también, así que la locomoción iba llena. Las micros —buses, iban llenos a tal escala que la gente iba casi colgando. Los colectivos —algo así como taxis , iban con su capacidad máxima de cuatro personas.

Como me altero en lugares cerrados y con  mucha gente, siempre me voy en colectivos, pero no pasaban vacíos. Así que tuve que afrontar mis nervios y me subí como pude a una micro con una amiga. Fue horrible, lo juro, pero faltando veinte minutos para el ingreso, no quedó de otra. Así que, obviando el incómodo viaje para mí, llegué al liceo y entré caminando rápido. La profesora me dejó pasar porque sabía de los problemas con el tráfico, y luego de saludar a mis compañeros, me senté.

Claro, todo el tiempo pensando en si me dirían algo por mi pelo —desde la mitad hacia abajo, es de un color verde-azulado—, pero no el primer día, no me dijeron nada. Y después de unas palabras con nuestra profesora jefe, nos dieron el horario de clases, que había que seguir desde ese día. ¡Tres horas de matemáticas el primer día! ¿A poco no tengo mala suerte? Pero el profesor es simpático y sólo nos hizo un diagnóstico.

En fin, por haber dormido poquísimo, al volver a casa caí en mi cama como la bella durmiente y no me desperté hasta las 11:30 pm, quedándome despierta hasta las 0:00 hrs, antes de que el sueño volviera a vencerme. Así que por eso es que escribo hasta hoy, después de haber dado una siesta también. Lo complicado no es volver a la rutina, es dormir menos; es triste (:inserte carita triste: ).

Bueno, sólo queda afrontar los meses venideros, las pruebas y los trabajos y, sobretodo, el estrés para preparar mi PSU y mi mismo futuro. ¿Cómo nuestro se decide en 80 preguntas? Pregúntenle a los que la hacen. Ya algún otro día profundizaré en los detalles de esta prueba, por ahora quiero dormir un rato más, aunque recomendable no es. Me tomaré un café.

Saludos.

PD: mañana falto a clases /o/

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