jueves, 29 de abril de 2010

Sentimientos a flor de piel


Ya tenemos todo para comenzar a escribir y una de las cosas más importantes en una historia, es saber llegar al corazón del lector. No necesariamente hacerlos llorar como Magdalena, sino que hacerlos sentir como se siente nuestro protagonista. Para esto podemos utilizar los tan conocidos "tipos de narradores".

Narrador Omniciente: Es aquel que conoce muy bien los sentimientos y pensamientos de todos los personajes de una historia. Sabe cómo podrían actuar ante una situación específica. Se utiliza hablando en tercera persona.

Narrador Protagonista: Como el nombre lo dice, este tipo de narrador habla en primera persona, es el protagonista quien narra sus vivencias, contando sus pensamientos y sentimientos.

Narrador Testigo: Es aquel que observa la historia en un segundo plano, la cuenta, pero no sabe qué piensan los personajes. Sólo narra lo que ve.

¿Por qué los he mencionado? Pues que basándonos en ellos conseguiremos narrar los sentimientos. Yo prefiero el narrador Omniciente, dado que puedo pasar de "mente" en mente para narrar los sentimientos de todos los personajes. Obviamente una historia cuenta con más de un personaje, no hay que centrarnos sólo en uno, puesto que es como contar una historia real. No todas las cosas nos suceden a nosotros, a nuestros amigos también les ocurren acontecimientos fuera de lo común y puede que nos afecte también.

Cuando quiero transmitir sentimientos trato de ponerme en el lugar del personaje, preguntarme qué haría yo, cómo me sentiría si aquello sucediera. Puede que suene un tanto exagerado, pero les podría ayudar el que antes de dormir, cierren los ojos y traten de "ser" su personaje. Si le sucedió algo que a ustedes les daría miedo, pues deben decir porqué les da miedo. Coloquen los pensamientos que tuvieron al colocarse en el lugar.

Mientras vemos que algo nos sucede, muchas imágenes, recuerdos y sentimientos vienen a nosotros, los pensamientos que nos invaden debemos expresarlos en palabras. Describir muy bien las emociones no es tan difícil, sólo dejen salir las palabras que hay dentro de ustedes. No exageren tanto como:

"la pena fue tanto, que no resistió. Sin que Mario pudiera reaccionar, la joven cayó desmayada".

No, eso a veces es un tanto molesto, a mí me fastidia leer que una chica se desmaye y no creo ser la única. Alguien se desmaya por razones buenas, no porque... se sorprendió tanto que... no lo sé. Puede suceder, y a sucedido, pero no es tan recomendable. A menos que la protagonista esté embaraza o sufra de Epilepsia.

Deben tener algo muy claro. Una historia debe ser narrada muy bien, describiendo lugares, expresiones y tonos de habla, pero no es tan necesario dar kilométricas descripciones de cómo van vestidos los personajes o cómo son ellos. No nos interesa leer si la chica tenía ropa interior roja o celeste, o si se delineó los ojos de negro. Así como tampoco nos importa si la chica está bien proporcionada; con saber de qué color es su pelo y sus ojos, nos basta. Además de decir si la estatura es normal o no.

Aquí les dejaré unos ejemplos para explicarme mejor:

Narrador Testigo:
Lo vi ingresar en la casa con bastante nerviosismo, tanto que me alteró un poco. Se escucharon unas súplicas, era la voz de Fernanda. Golpe tras golpe, parecía una pelea entre hombres, pero an esa casa sólo habitaban él y Fernanda. Todo se había silenciado, pero nuevamente las voces se escucharon por doquier.

—¡¿Crees que no me di cuenta?! ¡¿Ah?!

—¡Marco, por favor, no! —la voz de Fernanda sonaba acongojada. Parecía tener miedo —. ¡No, por favor! ¡No!

Un golpe seco invadió el silencio, acompañado de un quejido y llanto. Parecía como si alguien hubiera chocado contra algo y botado, debía ser que Marco había golpeado fuertemente a su mujer, haciéndola caer al suelo o apegado a la pared. Fernanda debía estar muy asustada. Por último, un disparo.
En esta pequeña narración pudimos ver que no sabemos mucho de la situación, dado que quien cuenta los hechos tampoco puede saber al no estar en el lugar. Obviamente él puede estar ahí observando y contar los hechos, pero sólo puede "suponer" lo que sienten los personajes; es algo subjetivo.

Narrador Protagonista:

Estaba sentada en mi cama arreglando el pantalón de mi pequeño hijo. Tomás estaba en el colegio a esa hora, de seguro en un recreo jugando con sus amigos. Tomé un poco más de hilo y enhebré mi aguja, pero cuando iba a anudarlo, escuché cómo se cerraba la puerta principal fuertemente. Dejé a un lado el pantalón y me dirigí hacia la salida de mi habitación, cerrando la perta antes de abandonarla.

Al llegar al primer piso, miré a mi esposo. Su mirada también se posó en mí, pero cuando le iba a saludar, se acercó a mí y me dio un empujón, gritándome como nunca antes. Hablaba sobre algo que no sabía, algo como que lo estaba engañando.

—¡¿Crees que no me di cuenta?! ¡¿Ah?! —me gritaba mientras hundía su dedo en mi pecho fuertemente. Tomó mis hombros y comenzó a moverme fuertemente. Tuve mucho miedo, creía que cualquier cosa podía suceder. Unas lágrimas invadieron mi rostro.

—¡Marcos, por favor, no! —rogué, pero él tomó un plato y lo aventó contra la pared. Luego su mano chocó contra mi rostro, haciéndome perder el equilibrio y que cayera sobre una mesa, volteándola—. ¡No, por favor! ¡No!

Vi perfectamente como se apresuraba hacia donde mí, por lo que rápidamente, y como pude, me puse de pie. Lloraba fuertemente, sabía qué podía llegar a hacer, era muy violento cuando estaba enojado, yo lo sabía. Alcancé a tomar su revolver, aquel que él escondía para defenderlos. Le apunté, pero parecía no importarle, parecía saber que yo era incapaz de matarlo. Se acercó y lo tomó fuertemente, tratando de quitármelo, pero entre tanto tironeo el arma se activó y la bala terminó dando en el abdomen de mi esposo.
Aquí sabemos muy bien los pensamientos de nuestra protagonista, que es Fernanda, pero no así los de Marcos, pues Fernanda no los tenía claro, sólo le interesaba salvarse.

Narrador Omniciente:

Fernanda era una joven mujer de no más de treinta años. Sus ojos marrones combinaban con su cabello del mismo color. Su mirada estaba un tanto ausente recordando a su pequeño hijo. Tomás ya iba en el colegio y ella, al no ser tan alta, muchas veces se preguntaba a qué edad Tomás sería más alto que ella.

La puerta se abrió fuertemente, entrando por ella Marcos, aquel hombre alto de cabellos negros y ojos marrones. Estaba enojado, pero también herido. Le habían dicho que su esposa lo engañaba con su mejor amigo, con aquel que había pasado toda su niñez y también su adultez, con él había estado gran parte de su vida, ¿cómo podía hacerle algo así? ¿Cómo podía haberse acostado con la mujer que él más amaba?

Su mujer apareció al pie de las escaleras, sus miradas se encontraron y él se acercó a Fernanda, contándole entre gritos lo que había averiguado. Ella estaba asustada, ¿cómo era que podía desconfiar de ella? ¡Ella estaba con él incluso con su problema del alcohol! ¡Ella seguía a su lado después de las muchas veces que le pegaba!
Creo que con esto se explica lo que es el narrador omniciente. Podemos ver los pensamientos tanto de Fernanda como de Marcos. Además de tener una vista general de todo. Tampoco vimos tan grandes descripciones de cómo eran los personajes, sólo algo como para que los visualicemos un poco.

Es todo por ahora, nos leemos en la siguiente parte. Hablaremos sobre cómo darle fluidez a un texto, que sea fácil de leer y no sea limitado a unas palabras. Nos vemos en "Fluido y entretenido".

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