Y aquí estoy yo, tres años después, estresándome de tal forma que incluso no tengo la misma paciencia de siempre, estoy insoportable y claro que me doy cuenta de ello. Estudiando más que nunca en mi vida, queriendo mantener un promedio aceptable. Claro, está más que aceptable en este momento, pero la presión es mantener este rendimiento en este año y el próximo, sino mis sueños se verán frustrados por errores de mente inmadura que tuve y, por cierto, sigo teniendo.
La presión que se siente al estar a esta altura, habiendo repetido un año —tras los movimientos estudiantiles en Chile que apoyé y sigo apoyando—, es enorme. Sigo estando en tercero medio, pero por lo menos alcancé a reaccionar este año y no estando el cuarto, porque ahí ya no tendría vuelta atrás con mis promedios. Necesito alcanzar un 5.5 promedio de los cuatro años en media, porque solamente con esa nota te dan sobre 500 puntos al transformarlo (asuntos de Chile y su selección para universidades).
Esto me tiene muy mal, incluso mi madre tiene teorías extrañas de que por mi estrés estoy teniendo bajas defensas, lo que termina en continuos resfríos y malestares que he venido experimentando desde que ingresé a clases, obviado los dolores de cabeza y de estómagos entre tanto nervio acumulado antes de una prueba y/o presentación. Y por esto es que reacciono pésimo con distintas cosas —si tan sólo me vieran mirando películas, termino llorando incluso cuando son comedias—, las cuales me afectan el doble. He buscado mi antigua paciencia, pero no la encuentro más.
En fin, creo que esta entrada trae más algo para que piensen. No pueden dejar todo a última hora, deben hacerlo cuando pueden porque les hará más fácil su futuro, así no se le acumulan las cosas y podrán tener un mejor desempeño en todo. Y para otros amigos que lean, por favor...
¡Paciencia con la Bi!
Cambio y fuera.
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