Muchas veces, cuando nuestra vida no es la que quisiéramos tener, comenzamos a ver qué cosas deberían cambiar para que sea la que queremos. Vemos qué errores se han cometido, sabiendo que jamás podremos cambiarlos. Pero esta vez, a Harry se le presenta una oportunidad y no lo piensa mucho antes de embarcarse en la aventura.
No sabía mucho sobre lo que podía suceder, no entendía, y era una suerte que Ron y Hermione lo hayan acompañado. Sin ellos, no podría haber hecho mucho.
Iba con una misión en su mente, una que no le contó a sus amigos, a quienes sólo les dijo que iría a tratar de matar a Voldemort cuando no era tan poderoso como lo era en su época original. Su verdadera misión era revelarles el futuro a sus padres, contarles cómo había quedado huérfano y quién había tenido la culpa.
Hermione logra convencerlo, en cuanto se entera de su acometido en esos años, de que espere hasta ganar su confianza. Harry lo aceptó en cuanto se dio cuenta de que ellos jamás le creerían a un aparecido, por lo que tiene que ser de su confianza, ser un amigo más.
A pesar de que pasan cosas que no estaban planeadas, como romances que no estaban destinados, alegatos y graves heridas, siguen con sus dos misiones. Nada les hace flaquear. Llega el momento de enfrentar sus miedos al combatir contra el señor oscuro… pero el momento de revelarles la verdad a los Merodeadores, luego de convivir tanto tiempo con Peter, quien era un joven completamente normal en esos momentos, un buen amigo, también había llegado.
¿Serían capaces de revelarlo? Y si fuera así, ¿Qué sucedería en cuanto puedan regresar a su verdadera época? ¿Cambiaría mucho? ¿O quizás nada, porque no se atrevieron? Todo está en una sola decisión… en la decisión de Harry Potter.
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